domingo, 15 de abril de 2012

Wow.

   Tú, sí tú. ¿Quién te ha dado permiso para entrar? Ah no, que te has colado. Pues nada, bienvenido a mi corazón, disculpa el desorden, es que cada vez que alguien pasa por aquí lo destroza todo. ¿Compórtate eh? No quiero tener que echarte a patadas, pero dudo que pudiera, ahora que has entrado no tengo ganas de que te marches. Aunque la verdad es que tampoco quiero que te quedes. No sé, estoy hecha un lío. Pero respóndeme a una pregunta, ¿cómo es que la cabeza te ha dejado pasar? Siempre os echa a todos a patadas, sabe bien lo que pasa con los capullos.

   Joder, ¿pero se puede saber qué has hecho? Has entrado y lo has desordenado todo, lo has puesto patas arriba. Donde tendría que estar el odio, ahora está el perdón. Donde tendría que estar el recuerdo, ahora está el olvido. Donde tendría que estar el dolor, ahora está la risa. Donde tendría que estar él, ahora estás tú.

   Bueno, pensándolo mejor… tal vez no sea un cambio tan malo después de todo. Tal vez sea mejor perdonarle que pasarme la vida odiándole, olvidarle para siempre y con él los recuerdos amargos, reirme en su cara en vez de llorar escondiendo la mía. Y sobretodo, necesitarte a ti como nunca había necesitado a nadie.
Ahora no sé si estoy haciendo bien, no sé si es amor, capricho o deseo. No sé si quiero que te quedes o quiero que te marches. No sé si vas a ayudarme a arreglar esto o destrozarlo y añadirlo a otra joya de tu colección. No sé nada, o casi nada.

   Solo sé, que me he vuelto adicta a tu sonrisa, y que si la tuya aparece, la mía viene después.

No hay comentarios:

Publicar un comentario