Pues sí, es verdad. Es verdad que sonrío todo el rato porque me gusta. Es verdad que me peino a cada momento porque no puedo evitarlo. Es verdad que suelto cosas incoherentes, tonterías, de vez en cuando y sin pensar. Es verdad que cuando me aburro no paro de moverme. Es verdad que suelto muchos tacos. Es verdad que odio mis muñecas. Es verdad que no soporto a los cotillas y a los que se meten en la vida de los demás sin venir a cuento. Es verdad que soy bastante vaga. Es verdad que a veces no me importa una mierda lo que opinen los demás. Es verdad que no soporto ser el centro de atención. Es verdad que me encanta comer chucherías. Es verdad que hablo mucho. Es verdad que soy bastante payasa, cursi e hija de puta cuando quiero.
Pero también es verdad, que te quiero. Que no me importa el donde si tú estás junto a mí. Que no puedo vivir sin ti. Que me haces falta. Que te necesito. Que eres mi mejor amigo. Que te quiero como a nadie en este puto mundo. Que odio verte mal. Que me mata verte triste...
Y sin duda llevo razón, cuando te digo que eres importante para mí. Cuando te digo que eres mi mejor amigo. Cuando te prometo que nunca te voy a abandonar. Cuando te digo que lo que siento no se puede demostrar con palabras. Cuando te aseguro que solo quiero lo mejor para ti. Cuando digo que te quiero más que a mi vida. Cuando digo que la daría por ti. Cuando te digo que nunca te voy a olvidar. Cuando te digo que eres lo mejor que me ha pasado en mi puta vida. Cuando digo que todas las noches le agradezco a Dios el haberte conocido. Cuando te digo que eres la mejor persona que he conocido y la que, probablemente, más me haya querido. Cuando te digo que como tu no hay nadie. Cuando te digo que eres Hespecial.
Y es que puede que a veces no, pero en estos casos, siempre llevo razón.
Nada me enorgullece y honra más que el que leas esto, porque me encanta presumir de que tengo al mejor bff del mundo ok, porque se lo merece.
domingo, 26 de febrero de 2012
viernes, 17 de febrero de 2012
Be Happy.
Es tiempo de ver quién quieres ser. Es tiempo de cambiar y volver a cambiar, de ponerlo todo patas arriba y volverlo a ordenar. Es tiempo de llorar sin razón y sonreír sin motivos, de reír hasta que no puedas más y llorar hasta que consigas reír. Es tiempo de enamorarte e ilusionarte, de soñar y amar, de comerte la cabeza y que te coman a besos. Es tiempo de gritar con todas tus fuerzas para soltar lo que llevas dentro, de aferrarte y confiar en quién no debías, de equivocarte y caer, para levantarte y aprender de tus errores. Es tiempo de reírte de la vida, de no rendirse jamás, de salir corriendo a ninguna parte, sin que nada te pare. Es tiempo de bailar bajo la lluvia al son de tu corazón.
Es tiempo de que te rompan el corazón, de aprender a olvidar, de decirle "te quiero" y que no lo abandonarás jamás. Es tiempo de llamar "putas zorras" a tus mejores amigas y "guapa" a tu enemiga. Es tiempo de salir y reírte con esas bobas. Es tiempo de aprender a amar.
Es tiempo de estar feliz y triste al mismo tiempo. Es tiempo de ser todo y nada a la vez, de perderse y encontrarse de nuevo.
Es tiempo de ser feliz, de disfrutar.
Es tiempo de que te rompan el corazón, de aprender a olvidar, de decirle "te quiero" y que no lo abandonarás jamás. Es tiempo de llamar "putas zorras" a tus mejores amigas y "guapa" a tu enemiga. Es tiempo de salir y reírte con esas bobas. Es tiempo de aprender a amar.
Es tiempo de estar feliz y triste al mismo tiempo. Es tiempo de ser todo y nada a la vez, de perderse y encontrarse de nuevo.
Es tiempo de ser feliz, de disfrutar.
lunes, 6 de febrero de 2012
Ok.
Caminé rápidamente entre la gente, estaba deseando verle. Sabía que iba a pasar, lo notaba dentro de mi pecho. Llegué y lo busqué con la mirada.
PUUM. Allí estaba, de pie, con la mirada perdida, y entonces decidió mirar en mi dirección y posar su mirada en la mía. Mi corazón parecía que iba a sufrir un ataque. Me sonrió y vino hacia mi. Genial corazón, ahora no podré ni hablar por tu culpa, espero que al menos no te de un infarto.
-Buenas tardes -Dijo con un tono afable.
-Bue... Buenas tar... Eh... ¿Hace frío no?
Me miró extrañado. Perfecto tía, ya la has cagado. Pero entonces, soltó una risotada y me miró divertido.
-La verdad es que yo tenía pensado venir en bañador, pero si tu tienes frío debe de hacer bastante. -Dijo aún riéndose.- Seguro que de ser por tu madre serías el muñeco michelin.
Le sonreí tímida mientras él se reía.
-Bueno, ya sabes como son, si no te pones el chaquetón...
-Tranquila, la mía es igual, aunque no le hago mucho caso.
-Apuesto a que no le hacía mucha gracia eso de que vinieras en bañador. -Aunque alegrarías la vista, añadí para mí.
Soltó otra risotada y me sonrió. Dios me encantaba su risa, y tenía una sonrisa preciosa.
-Supongo que no mucho, pero de ser por mí habría venido así.
-¿Al parque en bañador?
-¿Por qué no? Es típico.
Esta vez la que soltó la risotada fui yo.
-Típicamente raro, ¿No? -Volví a reírme.
Él sonrió de nuevo.
-A ver, ríete.
De repente me avergoncé, odiaba mi risa, así que me puse seria y negué con la cabeza.
-Venga ríete -Me dijo con voz suplicante mientras yo volvía a negar con la cabeza.- Por favor, venga, ríete, sólo una vez.
Yo seguí negando pero una sonrisa iba aflorando en mis labios conforme me lo pedía.
-Entonces me voy a dar el paseo yo solo en bañador, cogeré una pulmonía y recaerá sobre tu conciencia.
Esta vez si me reí. Sonrió abiertamente.
-¿Ves? No era tan difícil. Me gusta tu risa.
-A mi no.
-¿Por qué? Es preciosa.
-Porque no. -Dije mientras tiritaba, estaba muerta de frío.
Él se dió cuenta y se quitó su chaqueta.
-Hagamos un trato, yo te dejo mi chaqueta si tú me dices porque odias tu risa.
-Eso es chantaje -Dije, pero sonreí y acepté el trato.
Me puso con cuidado su chaqueta sobre mis hombros, olía a él.
-¿Y bien?
Me quedé pensativa un momento:
-Pues porque... Suena fatal, me da vergüenza.
Entonces hizo algo que me dejó sin aliento. Acercó su cara a la mía, demasiado, y me susurró:
-Te debería de encantar todo lo tuyo.
-Y... Y eso por... ¿Por qué?
-Porque es tuyo.
Y dicho esto me besó, y mi corazón dio un vuelco. Esto no estaba pasando, era demasiado bonito para ser cierto. Se separó un poco de mí.
-Perdona es que... Estaba deseando hacerlo.
Esta vez fui yo quien le besó. Y nos quedamos así, besándonos, dios sabe cuanto, dios sabe como.
No sé si lo habréis sentido alguna vez, esa sensación de estar a 3 metros sobre el cielo. Ahora que recuerdo esto, lo que pasó en ese momento y todo lo malo que pasó después, me pongo a reflexionar y, ¿sabéis qué? He llegado a la conclusión de que los cuentos de hadas no existen. Si nos pasamos toda la vida esperando a que llegue un príncipe azul montado en un caballo blanco, lo único que pasará será nuestra vida. Disney nos engañó, no hay princesas, ni príncipes, ni sapos, ni brujas malvadas. Aquí cada uno es un personaje nuevo e interesante, y tu cuento, si quieres lo creas tú y sino nada.
Porque si pensáis que los cuentos de hadas existen, podéis cerrar los ojos y empezar a soñar, ya que lo más cercano que os vais a encontrar es a 3 metros sobre el cielo, vuestro príncipe azul un Mario Casas en una moto negra o un Edward que os espía por la noche, y en cuanto os despertéis volvereis a la cruda realidad.
A esta puta realidad.
PUUM. Allí estaba, de pie, con la mirada perdida, y entonces decidió mirar en mi dirección y posar su mirada en la mía. Mi corazón parecía que iba a sufrir un ataque. Me sonrió y vino hacia mi. Genial corazón, ahora no podré ni hablar por tu culpa, espero que al menos no te de un infarto.
-Buenas tardes -Dijo con un tono afable.
-Bue... Buenas tar... Eh... ¿Hace frío no?
Me miró extrañado. Perfecto tía, ya la has cagado. Pero entonces, soltó una risotada y me miró divertido.
-La verdad es que yo tenía pensado venir en bañador, pero si tu tienes frío debe de hacer bastante. -Dijo aún riéndose.- Seguro que de ser por tu madre serías el muñeco michelin.
Le sonreí tímida mientras él se reía.
-Bueno, ya sabes como son, si no te pones el chaquetón...
-Tranquila, la mía es igual, aunque no le hago mucho caso.
-Apuesto a que no le hacía mucha gracia eso de que vinieras en bañador. -Aunque alegrarías la vista, añadí para mí.
Soltó otra risotada y me sonrió. Dios me encantaba su risa, y tenía una sonrisa preciosa.
-Supongo que no mucho, pero de ser por mí habría venido así.
-¿Al parque en bañador?
-¿Por qué no? Es típico.
Esta vez la que soltó la risotada fui yo.
-Típicamente raro, ¿No? -Volví a reírme.
Él sonrió de nuevo.
-A ver, ríete.
De repente me avergoncé, odiaba mi risa, así que me puse seria y negué con la cabeza.
-Venga ríete -Me dijo con voz suplicante mientras yo volvía a negar con la cabeza.- Por favor, venga, ríete, sólo una vez.
Yo seguí negando pero una sonrisa iba aflorando en mis labios conforme me lo pedía.
-Entonces me voy a dar el paseo yo solo en bañador, cogeré una pulmonía y recaerá sobre tu conciencia.
Esta vez si me reí. Sonrió abiertamente.
-¿Ves? No era tan difícil. Me gusta tu risa.
-A mi no.
-¿Por qué? Es preciosa.
-Porque no. -Dije mientras tiritaba, estaba muerta de frío.
Él se dió cuenta y se quitó su chaqueta.
-Hagamos un trato, yo te dejo mi chaqueta si tú me dices porque odias tu risa.
-Eso es chantaje -Dije, pero sonreí y acepté el trato.
Me puso con cuidado su chaqueta sobre mis hombros, olía a él.
-¿Y bien?
Me quedé pensativa un momento:
-Pues porque... Suena fatal, me da vergüenza.
Entonces hizo algo que me dejó sin aliento. Acercó su cara a la mía, demasiado, y me susurró:
-Te debería de encantar todo lo tuyo.
-Y... Y eso por... ¿Por qué?
-Porque es tuyo.
Y dicho esto me besó, y mi corazón dio un vuelco. Esto no estaba pasando, era demasiado bonito para ser cierto. Se separó un poco de mí.
-Perdona es que... Estaba deseando hacerlo.
Esta vez fui yo quien le besó. Y nos quedamos así, besándonos, dios sabe cuanto, dios sabe como.
No sé si lo habréis sentido alguna vez, esa sensación de estar a 3 metros sobre el cielo. Ahora que recuerdo esto, lo que pasó en ese momento y todo lo malo que pasó después, me pongo a reflexionar y, ¿sabéis qué? He llegado a la conclusión de que los cuentos de hadas no existen. Si nos pasamos toda la vida esperando a que llegue un príncipe azul montado en un caballo blanco, lo único que pasará será nuestra vida. Disney nos engañó, no hay princesas, ni príncipes, ni sapos, ni brujas malvadas. Aquí cada uno es un personaje nuevo e interesante, y tu cuento, si quieres lo creas tú y sino nada.
Porque si pensáis que los cuentos de hadas existen, podéis cerrar los ojos y empezar a soñar, ya que lo más cercano que os vais a encontrar es a 3 metros sobre el cielo, vuestro príncipe azul un Mario Casas en una moto negra o un Edward que os espía por la noche, y en cuanto os despertéis volvereis a la cruda realidad.
A esta puta realidad.
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