Estás mal. No, fatal. Te has caido, levantado, y vuelto a caer. Pero sabes que ese no es el problema, el problema es la razón de tu tropiezo. Lo miras, ahí tan sonriente, tan feliz, tan ajeno a lo que estás sufriendo, sabiendo que te ha hecho caer y que no piensa levantarte. Y lo peor de todo, es que aún crees que te ayudará a hacerlo. Aún le crees cuando te dice que lo siente y te ofrece su mano, pero eso es tan sólo una mentira más, pues en cuanto estés casi de pie, te soltará una y otra vez para que vuelvas a caer, con más dolor a cada caída.
Y es que aún hay más, lo más doloroso es que le quieres. Te has acostumbrado al dolor, y siempre vuelves a confiar en él, pensando que esta vez será diferente, que te levantará y caminareis juntos hasta el final...
Pero, amiga mía, esto no será así. Siento decirte, que para él solo eres un juego. Es un león que juega con la comida, un niño chico que juega con sus juguetes. Y en el fondo, lo sabes.
Así que déjalo ir, que siga su camino, pero tranquila, no intentes levantarte todavía. No grites su nombre, no hagas que vuelva, estarás mejor sin él, créeme. Y verás que algún día, alguien especial llegará a tu vida. No sé si lo sabrás nada más verle o con el tiempo, pero esa persona hará sanar tu corazón, te ofrecerá su mano para levantarte, y su hombro como apoyo. Y ahí te darás cuenta de que aquel que dejaste marchar, solo era una piedra en el camino, que tú vales muchísimo más, que estás mejor sin él, y que el que ahora te ofrece su ayuda, te hará la más feliz del mundo, no hoy ni mañana, sino todos los días de tu vida.
¿Y sabes qué? Te prometo que ese día llegará pronto, el que menos te lo esperes. Pero antes, debes prometerme a mí, que le dejarás ir, porque no se puede tener un arcoiris, sin un poco de lluvia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario